martes, 17 de enero de 2012

"Deus". Fragmentos de obra teatral en dos actos

¿Sigue esperando la venida del señor? ¿Las sagradas escrituras no satisfacen aún sus expectativas religiosas? ¿Aún no queda aclarado el misterio del génesis y la creación, ni sabe demasiado acerca de las batallas de Shiva contra las fuerzas demoniacas de Oriente? Pues puede dormir tranquilo. Muy probablemente nadie sepa del todo la verdad que radica en estas preguntas.

Dudas, dudas y más dudas es lo que podría dejar como resultado la lectura o la puesta en escena de "Deus", del dramaturgo mexicano, Ulises Paniagua. Después de todo, ¿quién se aventuraría a afirmar o negar rotundamente los planteamientos básicos de la fé? En "Deus" la propuesta es poner a juicio los dogmas y las firmes creencias en alguna religión de cualquier tipo y origen. Es más, se propone cuestionar incluso el agnosticismo y el ateísmo como corrientes fanáticas en su propia negación. ¿Es posible practicar el ateísmo hasta llegar al dogma?

En esta obra, participante del concurso de dramaturgia convocado por la UAM en el 2011, hay un interés profundo por cuestionar algunos cimientos sólidos y establecidos desde hace algunso milenios, que podrían ser útiles o inservibles en los tiempos modernos que corren tan aprisa y de manera tan desorganizada. Si los planteamientos de la drmaturgia son suficientes o no, es algo que también desconocemos. Aquí les dejamos con tres fragmentos de esta obra divida en dos actos, esperando sean de su agrado:

D E U S

Obra de teatro en dos actos

 

 de: Ulises  Paniagua  Olivares
Idea  original  y  Dramaturgia
D.R. 121512490300-14, 2006     


“Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios.”

Clarice Lispector

Personajes:

Aqua (Mujer voluptuosa; ama de casa de clase media alta; mística; 33 años)

Ezequiel Norten  (Empresario cristiano y ultraconservador; de ascendencia estadounidense; 33 años)

Omán Balí Rodríguez  (Hombre que practica una religión de Medio Oriente; reservado obrero de ascendencia árabe; 33 años)

Cristofer Olivar (Hombre ateo; periodista latino; 33 años)


PRIMER ACTO

I

(El interior de un tren suburbano. Sonido de tren en marcha. Cristofer Olivar, de apariencia intelectual, viaja en uno de los asientos)

Cristofer: (dirigiéndose a un interlocutor ubicado entre el público)  Manzanas. Cientos de manzanas; miles de manzanas harían falta para sepultar las ciudades del mundo y su alma globalizada.  Veamos: Van Gogh es un buen ejemplo de cómo el mundo no consume al genio con su asquerosa mediocridad. Quiero decir, tal vez sea un buen ejemplo, pero evidentemente no es el único. Casos recientes podrían ser Salvador Dalí; Clarice Lispector, Michel Focault; Marie Curie, Sigmund Freud o el propio James Joyce. En todo caso, lo que quiero recalcar es la relevancia del artista o el librepensador como redentor de una sociedad masificada. Un garbanzo diferente a los demás, no sé si me explico. De lo que hablo es de la consigna del creador y del intelectual para redimir el mundo de en su sentido de mercado y de cárcel políticamente correcta; misión que a más de uno le ha costado una terrible infelicidad personal; o incluso la vida.
Tome como ejemplo la manzana de Newton; ¿qué significa? ¿Por qué la maldita metáfora de ese fruto, partiéndole su confundida cabeza, es tan similar a la metáfora del fruto que Eva arranca al Árbol de la Ciencia, en aquélla exquisita farsa del Génesis del Hombre?  Digo, ¿no le parece sospechoso? La maldad reside en el conocimiento, en la acción de pensar y organizar el conocimiento. Al menos, eso es lo que los sistemas del poder pretenden hacernos sospechar.
¿Qué le pasa? Lo noto un poco aburrido. ¿Le fastidia mi plática? La conversación de un desconocido de ascendencia latina, que se trepa de pronto a un subterráneo de la ciudad, quizás para aclarar sus propias dudas, le resulta incómoda, supongo. No lo culpo. La verdad, a ninguno de nuestros ciudadanos le interesa la opinión del otro; y lo cierto es que a veces ni yo mismo me soporto…Mire, ¿ya vio ese edificio de allá? Tiene apenas tres meses que lo comenzaron a construir y ya van en el sexto piso. Así mismo han transformado este sector de la ciudad. Antes era un relleno sanitario, y ahora…hay que ver cuántos consorcios, cuántos rascacielos y trasnacionales relucen con la iluminación artificial de la zona. Supongo que nos dirigimos, plenos, hacia el progreso, ¿no lo cree?
Pero comprenda bien lo que le voy a decir: ninguno de estos malditos edificios es tan jugoso como la mítica fruta del Paraíso. Quiero decir, que una idea de Erasmo de Rótterdam o de Miguel Ángel bastaría para iluminar durante cien años la vida mediocre de estos rascacielos. Habría que apilarles manzanas hasta aplastarlos, hasta hacerlos mierda con el peso de su jugo  ¿Me explico? Y luego a cada hombre o mujer de cada edificio de este distrito empresarial le daría un rostro de manzana; no sé si roja o verde, o de un color simple y apetitoso. Pero les daría ese rostro para que fueran por las calles tratando de comprender. Una redención por medio del pensamiento. La salvación por medio de un Mesías artista, o  científico ¿Qué le parece? Claro, que si no quieren, si quieren seguir saltando el chiquero como ovejas apestosas, ojalá les parta el cráneo una manzana del tamaño de Júpiter…¿Pero por qué estoy hablando del Mesías?
(Molesto) No me chasqueé los labios de esa manera. Y créame que su gesto me parece ofensivo y descortés. Total, si no quiere escucharme siga contemplando las lucecitas de los rascacielos, como un mono que contempla el fuego. La verdad no sé del todo a dónde hemos llegado, y sobre todo a dónde pretendemos llegar.
Pero usted qué va a saber de eso; siga leyendo su revistita y chateando, twiteando, faxeando, faceando, interneteando su cotidianeidad…(Se calma un poco; luego, pensativo:) Está bien, está bien. No me mire como si estuviera loco o fuera un estúpido. La verdad, estoy un poco nervioso. Esté correo electrónico (muestra una hoja impresa) me tiene inquieto. Alguna fulana o fulano me han citado en uno de estos rascacielos de los que hablo, de una manera muy ventajosa y vulgar. ¿Eso le interesa un poco? Claro, el morbo. Dotar los comentarios de misterio genera expectativas, ¿no es cierto? Porque muy en el fondo de su retorcido corazón esperaría que al llegar al piso que me citaron, un asesino serial acabara con mi vida; o que una chica ninfómana me colmara de cocaína y placeres sensuales. O que encontrara un alquimista que aprendió a transformar nuestra mierda en dólares, dólares infinitos…Eso es lo que usted esperaría. Algo sensacionalista y retorcido. Algo que logre separarnos de nuestra contemplativa y aburrida actitud.
Pues bien, le voy a dar gusto. Tal vez lo que le comente le genere más expectativas de las que se imagina, pero en verdad a mi esto también me tiene muy desconcertado. El correo del que le hablo, el que me hicieron llegar ayer, viene firmado por… Dios. Sí, escuchó usted bien. Dios en persona. Y lo más sorprendente del caso es que me invita a conocerlo. ¿No le parece exótico? Sí, ya sé lo que usted está pensando. Que se trata de una broma de mal gusto, o de una trampa urdida por una banda de traficantes de órganos. Pero sepa usted una cosa: el correo menciona tres momentos de mi adolescencia muy íntimos; tres libros que han marcado mi conducta actual; y tres errores de mi vida que me gustaría corregir ¿Y sabe qué? No soy un estúpido, he leído mucho. Soy un periodista. Pero el correo tiene razón en todas y cada una de las menciones. Y la verdad sea dicha, sólo Dios, un satélite superpotente, o un chip instalado en mi cerebro podrían acceder a tal información…¿Qué piensa? ¿Qué le voy a detallar cada uno de esos momentos y  errores de mi vida? Por supuesto que no, si apenas lo conozco.
Tranquilo, no se alarme. Ya le dije que no soy un psicópata adormecido por paladas de filosofía de bolsillo, ni un extremista. Tampoco le quiero vender libros sobre cómo superarse, ni piritas de la buena fortuna. Para su comodidad, sepa que bajo en la siguiente estación. Ya usted no tendrá que preocuparse por manzanas; puede volver a la comodidad de su lectura de folletines, o su llamada mezquina del teléfono celular; mientras yo, Christofer Olivar, por mi parte, continuaré angustiándome por la terrible profundidad que un mensaje de esta naturaleza, guarda para un ateo como yo. Imagine nada más; un correo enviado por Dios…Cuánto misterio, ¿no cree?....Vamos, es una idea que parece tentadora, pero es, en evidencia, la cosa más absurda que pudiera a uno pasarle. ¿Usted se lo tomaría en serio?...Entiendo, no quiere hablar conmigo. Le tiene sin cuidado lo que me pase o deje de pasarme. Apenas me conoce. Comprendo, no le quito más su valioso tiempo. Siga, siga leyendo su revista de espectáculos. Se ve que está bien interesante…Bueno, que pase una buena noche. En esta estación bajo. Ha sido un placer conversar con usted. Hasta pronto.

(Se escucha el sonido que anuncia el cierre de puertas del tren. El sonido es muy agudo. Cristofer desciende del vagón. Se despide, sarcástico. Oscuro)



II

(El interior de un elevador. Sonido de elevador en ascenso. Aqua y Ezequiel Norten abordan dicho espacio. Ezequiel porta un traje elegante y un portafolios lujoso, Aqua, por su parte, viste de un blanco impecable, espiritual, aunque un tanto sexy)

Ezequiel: (dirigiéndose a Aqua, una vez que arranca el ascensor)  Los ascensos siempre son tortuosos, ¿no es verdad?

Aqua: Supongo que así debe ser. Si ascender fuera sencillo, cualquier alma corrupta podría alcanzar la plenitud.

Ezequiel: (reflexiona)  Tiene usted razón. Además, hay ascensos que no conducen a ninguna parte, como una espantosa Torre de Babel. Ayer, por ejemplo, estaba un poco ocioso en mi oficina, leyendo el periódico; ya sabe, la sección de finanzas, cuando en la pantalla de plasma que mandé instalar en mi privado, aparece la imagen del Primer Ministro de nuestro país…(cambio) Por cierto, ¿a qué piso me dijo que va?

Aqua: No le había dicho. Pero voy al penthouse.

Ezequiel: (la mira con desconfianza) Qué casualidad. Justo voy a ese piso también.

Aqua: (también desconfiada) Es una verdadera coincidencia.

Ezequiel: En fin, el ascenso es largo. Son cerca de cien pisos… Pero le estaba comentando, miro la televisión y aparece el Primer Ministro, con sus trajes de pésimo diseño y su sonrisita socarrona. El tipo no tiene ni un ápice de presencia. Pues bien, aparece en la pantalla y entonces, como una revelación, me pregunto cómo un tipo tan nefasto pudo llegar allí. Quiero decir, no es ni el más capacitado; ni el más fuerte; ni el más, digamos, ágil para resolver situaciones de apremio mental. Se trata de ese tipo de ascensos inexplicables. Pero en cambio, todos lo tratan como un Dios…

(Aqua y Ezequiel se turban profundamente)

Aqua: Perdone, ¿qué es lo que dijo?

Ezequiel: Nada, no he dicho nada.

Aqua: Juraría que mencionó la palabra Dios.

Ezequiel: No.

Aqua: Sí lo hizo.

Ezequiel: No. Le digo que no. Quizás mencioné alguna otra palabra, que sonó similar…ya sabe, el ruido del ascensor provoca engaños de percepción.

Aqua: No mienta. Mencionó esa palabra.

Ezequiel: ¿Por qué tendría que mencionar  un vocablo tan inapropiado para la situación? No me parecería…

Aqua: Lo dijo. Tal vez se trate de una asociación de ideas, o un simple capricho del inconciente. Pero lo mencionó.

Ezequiel: Sí, bueno tal vez lo haya citado, de pasadita.

Aqua: No se preocupe, no es tan grave, supongo…¿Qué pasa?, este maldito elevador va a tardar mucho en subir. Apenas vamos en el piso veinticinco.

Ezequiel: Avanza lento. Como el mundo.

(Aqua se queda pensativa)

Aqua: Todo es cuestión de equilibrio.

Ezequiel: ¿Cómo dice?

Aqua: El mundo. Justo lo que usted mencionaba, es una cuestión de equilibrio; entre hombres y mujeres; entre el bien y el mal; el ying y el yang. El Primer Ministro es un buen ejemplo de un hombre al cual no le interesa el equilibrio en su vida. Un hombre sobrepasado por la búsqueda de poder, por los placeres, la capacidad de consentirse ante los reflectores y la prensa. Se  ha olvidado por completo de encontrar el reposo en su alma, la tranquilidad de su corazón.

Ezequiel: Es cierto. Ese tipo es una porquería.

Aqua: Claro, porque en su interior no reside ninguna compensación de fuerzas. Es como una especie de Mercader de Venecia chiflado, que se pasa la vida cortando pedacitos de su propia carne para subirlos a un solo lado de la balanza. Por supuesto, no hace más que flagelarse y flagelarse sin sentido. Sin embargo, supongo que forma parte de esa enorme mitad de mediocres e inútiles que compensan, al otro lado, el peso de la balanza social.

Ezequiel: (Desconcertado, interrumpe) Señorita…

Aqua: Puede decirme Aqua.

Ezequiel: Ya veo. Señorita Aqua. ¿Así, sin…?

Aqua: No se moleste en preguntar. Ya no tengo apellidos. En la religión que estoy practicando los bautizos carecen de cualquier referencia terrenal. Los lazos sanguíneos, cualquier parentesco no hace más que estorbar a nuestra búsqueda de felicidad.

Ezequiel: (desconcertado) Entiendo…Aqua. Pero creo que no me gustaría mucho hablar de eso; de acercamiento espiritual y autorrealización interior. Quiero decir, estoy convencido de que la capacidad para sentirnos plenos es externa; emana de un ser superior que nos permite ser felices, o soportar las duras pruebas de la miseria y la soledad.

Aqua: Entiendo, pero su concepto es limitado. La naturaleza es un ente orgánico, ligado con la armonía del Cosmos. Una situación similar a la serie numérica de Fibonacci. ¿No le parece maravilloso que los palacios de Atenas, un embrión humano y un caracol estén diseñados bajo las bases de la sección áurea; quiero decir, que los seres humanos y la propia Vía Láctea contengamos la proporción divina? Al menos, eso es lo que me ha explicado mi consejero espiritual.

Ezequiel: (molesto) No me gustaría parecer…limitado. Pero para nosotros las cosas son claras. Quiero decir, las bases están sentadas por una Iglesia Romana bien establecida. Una institución, una corporación firme y bien organizada. Allí, no nos gustan esas…¿cómo decirlo?....pendejaditas experimentales del espíritu. Somos más institucionales, y la verdad no me gustaría seguir hablando de eso.

Aqua: Ahora mismo está hablando de eso. Y además, se está poniendo grosero, señor…

Ezequiel: Ezequiel, Ezequiel Norten, para servir a nuestro Señor.

Aqua: Pues, señor Ezequiel, para servir a su señor… yo noto malas vibras, terribles fluctuaciones negativas alrededor de usted. Quiero decir, no me quiero meter en asuntos personales, las creencias en esas imágenes falsas que adora, pero…

Ezequiel: (tratando de evadirla) Qué calor. Gracias a Dios, estamos en el piso ochenta y dos.

Aqua: Tal vez debería darse una vuelta a unos retiros espirituales…

Ezequiel: Ochenta y cuatro.

Aqua: Creo que le sentarían bien; pues se le nota tenso, y algo…

Ezequiel: Ochenta y seis.

Aqua: Mamón.

Ezequiel: Ochenta y ocho. Ya casi llegamos. ¿Qué me decía?

Aqua: Nada, Ezequiel, nada importante. Usted debe ser empresario, dueño de alguna fábrica explotadora de semejantes, ¿verdad?

Ezequiel: No precisamente. Soy dueño de una empresa desarrolladora de softwares y artilugios electrónicos

Aqua: Da lo mismo.

Ezequiel: ¿Por qué lo pregunta?

Aqua: Curiosidad, supongo. Y una especie de test psicológico primitivo, por pasatiempo…(cambio) ¡Vaya¡ Parece que en el último tramo del recorrido, el ascensor cobra velocidad. Piso Noventa y nueve. Hemos llegado.

(Se abren las puertas del elevador. Aqua desciende apresurada. De su bolso cae una hoja con anotaciones. Ezequiel se apresura a recogerla. Al recogerla no puede evitar leer parte de su contenido; se muestra asombrado. Ambos personajes se miran con curiosidad, se genera una pausa incómoda)

Ezequiel: Aqua…Supongo que este correo es tuyo. ¿Podemos hablarnos de tú? Resulta más cómodo….

Aqua: Podemos.

Ezequiel: No pude evitar leer la página. No fue mi intención, pero…

Aqua: Pero lo hiciste. Te morías de ganas por conocer el contenido de esa hoja maltratada y modesta.

Ezequiel: Tal vez era de mi interés saber, sí. Pero aclárame una duda: ¿También tu mensaje está firmado por …?

Aqua: Por él mismo.

Ezequiel: Carajo. Esto sí que se pone extraño. Y no sé por qué, pero presiento que a pesar de que estamos en el vestíbulo de un nonagésimo noveno piso, apenas iniciamos el ascenso…

(Oscuro Parcial; al otro lado del escenario aparece Omán Balí, bebiendo una cerveza en una barra sencilla).



III

Omán: Todo era confuso. El remitente, el mensaje; el medio. Por lógica, el destinatario también ingresó a las filas de la confusión. Fue tal como lo cuento. Estadio Nacional de Béisbol; séptima entrada. El pitcher llevaba un partido perfecto; no hits, no carreras, no errores. Se lanza hacia delante, decidido. Su cuerpo se vuelve una catapulta; su brazo una bazuca. Pero de pronto, en ese instante mínimo, casi imperceptible en que la bola está a punto de desprenderse de sus dedos, duda. ¿Cómo pueden existir instantes de duda durante acciones tan vertiginosas? Su desconcierto es tardío, la bola sale despedida, en un recta predecible, a media altura y…¡Pum¡, batazo tremendo. La pelota cruza el parque, desenfrenada, como un bólido arrollando las masas de aire a su paso. Estética en sus giros aerodinámicos; una parábola hermosa. Y cae ahí, en mis manos. Justo entre una multitud ávida, cae en mis manos. Al principio no me genera ninguna preocupación; muy al contrario, me vuelvo loco de alegría por haberla atrapado. La guardo de inmediato en uno de los bolsillos de mi chamarra, como un niño atesorando su juguete favorito. El cielo me había colmado de bendiciones. Encima de todo, mi equipo vence por dos carreras, esa noche. Pero, al salir del estadio y analizarla con cuidado, noto estas extrañas inscripciones en las costuras de la pelota. Mínimas, casi imperceptibles. Tan pronto llego a casa consigo una lupa; descifro las letras pequeñitas, y con gran sorpresa descubro una dirección; también el nombre de un rascacielos. En la costura opuesta, una fecha y una hora establecidas. Luego, lo peor, la frase: no faltes y la firma de…bueno, ¿cómo entenderlo? Demasiadas coincidencias, me vence la curiosidad y, pues no sé. Supongo que tengo que ir a ver de qué se trata; sólo así volveré a actuar con normalidad; sólo así, yo, Omán Balí Rodríguez, volveré algún día a un partido de béisbol, sin riesgo de extraños eventos, para volver a comer botanas en las gradas, y tomar cervezas frías, sin remordimiento. Además, no puedo deshonrar a  quien me invita a su casa.
La verdad me pareció, ¿cómo decirlo? Ajeno. Quiero decir; en mi religión realizamos gestos que al resto del mundo le parecerán extraños: nuestras mujeres andan cubiertas con grandes velos, y los hombres somos barbudos y acostumbramos orar mirando hacia el Oriente. Pero tenemos integridad de espíritu. Jamás colocaríamos mensajes divinos en una pelota de béisbol; eso es comercial y degradante. Es indecoroso. Creo que una acción de este tipo, es afín a una secta que promueve la autosuperación y la buena convivencia, a cambio de billetes. Además de deshonesto, el acto me resulta cruel.
Mi abuela, una vez que se divorció, murió lapidada por una multitud enardecida; pues en mi fe se prohíbe la separación de los votos nupciales, ¿Y saben qué es lo más curioso? Dicen que fue una piedra redonda y lisa, casi tan perfecta y adecuada a una pelota de béisbol, la que dio fin a sus días. Hay coincidencias sumamente misteriosas. Por eso me gusta asistir al estadio cada domingo. Muchas veces, cuando miro una pelota enardecida dirigirse a la mascota del catcher; me gusta ver a un bateador potente que revienta la blanca por toda la cancha, y la bota del campo. Siento que así venga de golpe la injusta muerte de mi abuela, a manos de una caterva de bárbaros…¿Pero de qué estaba hablando?....Ah, claro, claro…qué descortesía la mía, espero no haberlos insultado con mi extravío; el extraño mensaje en la pelota del estadio. ¿Pero por qué yo?, me dije. ¿Qué hecho para merecer semejante privilegio? ¿Por qué se trata de un privilegio, no es verdad?

(Omán permanece quieto un segundo.  Pensativo, vuelve a beber de su cerveza hasta vaciarla. Es evidente que algo le inquieta. Coloca el envase en la barra. Deja unas monedas sobre la barra, y sale del bar)



Ulises Paniagua Olivares (México D.F. 1976)
Narrador, poeta, videasta y dramaturgo. Se  graduó como arquitecto en el Instituto Politécnico Nacional. Ha publicado, en colectivo, cuatro libros de cuento (Cuentos dispersos, Nuevo cuentario, El silencio se mudó al armario y Cuentos húmedos), todos ellos bajo el sello editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México. También publicó, en 2009, el poemario De amor y otras miserias, bajo el sello editorial Fridaura; y el libro de cuentos Patibulario, en el 2011, con la editorial Mutibilda. Su obra ha sido divulgada en diversas revistas y diarios nacionales e internacionales. En el 2007 recibió una mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento Criaturas de la Noche, del Instituto Coahuilense de Cultura. En el 2008, fue incluido en la antología de Poesía Latinoamericana Giulia Gonzaga,de la revista Lo Spazio (Italia) Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, al alemán y al italiano.
Correo electrónico:  sesilu7@yahoo.com.mx